
En toda Asturias sólo son tres los artesanos que se dedican a la construcción de tablas de surf. «La gente no está muy interesada en trabajar con las manos», lamenta Agote, que desearía más talleres. «Lo que pasa es que es un trabajo muy vocacional, en el que ganas poco y trabajas mucho». También echa en falta más afición por un deporte, el surf, que se está quedando sin cantera. «Además estamos un poco aislados de la corriente del surf de País Vasco y Francia». Los clientes, que siempre acaban siendo amigos, son los que dan a Agote las indicaciones para cada pieza, porque su trabajo es totalmente personalizado.
«No me interesa producir mucha cantidad, aquí la gente viene buscando otra cosa», asegura. Cada tabla requiere ocho o diez horas de trabajo, lo que se traduce en una semana de tarea porque no se puede hacer de seguido: «Hay que esperar para que coja consistencia. La resina necesita tomar la dureza necesaria», apunta el fabricante de tablas. En total puede hacer en torno a 80 al año.
Nacho Agote Surfboards
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